El análisis de los hechos del mito ayudará a descubrir la verdad acerca de los acontecimientos de mediados del siglo XIX descritos metafóricamente en el mito.
De acuerdo al mito, antes del primer Nacimiento las personas se encontraban en una guerra contra sí mismos. Hay una confirmación más: que todos los acontecimientos ocurrieron durante la Guerra Civil (Origen), lo cual significa que ese malentendido con la inmortalidad de la gente es ficción mitológica. De alguna manera, resultó ser que dos personas (Nacimiento) pudieron invocar a Dios sobre nuestra Tierra culpable por medio de prácticas religiosas. En el mito, cada uno de ellos ofreciendo en sacrificio algo al Sol puede ser interpretado como una metáfora simbolizando el proceso de concepción de un niño santo, o que “Adán” y “Eva” se han ofrecido (o han ofrecido a alguien más) como víctima de sacrificio al Sol con motivo del nacimiento de la tan esperada deidad.
Entonces, la gran Salvación llega; resulta que el Dios recién nacido apareció ante los ciudadanos inmediatamente, pero también misteriosos cambios comenzaron a ocurrir alrededor de todo el mundo.
Creación: algunos extraños acontecimientos empezaron a ocurrir en la ciudad, los habitantes comenzaron a ver extrañas criaturas similares a ángeles y a los antiguos dioses indígenas Xuchilbara y Lobsel Vith; una de estas criaturas tenía una pirámide roja en su cabeza. En el medio de estos acontecimientos místicos se encontraba la misteriosa criatura que recuerda a la mujer del largo vestido rojo, cuyos testigos de ese “milagro” la llamaron Dios.
Promesa: aquí Dios repentinamente murió (probablemente ocurrió en 1865 – la felicidad generalizada en el mito probablemente simboliza el fin de la Guerra Civil, y así Dios fue dado a luz en 1865. Pero entonces algo le ocurrió, lo que previno la llegada del Paraíso.)
Fe: aquellos que desearon que la construcción del Paraíso continuara, crearon un culto para estos propósitos (el culto apareció después de la Guerra Civil, como lo confirma el LM.) Los fundadores del culto fueron Jennifer, Nicolás y… la muchacha en el atavío blanco. No, no era Alessa; fue la otra niña torturada a la que el culto quiso sacrificar para la Segunda Llegada.
Pronto, a los fanáticos religiosos más devotos (Jennifer, Nicolás, tal vez alguien más) se les atribuyó un estatus de santos, (“Los tres santos probablemente fueron establecidos recientemente, poco tiempo después de la Guerra Civil”) en tanto que los demás seguidores debían aceptarlos como modelos a seguir y aspirar a ser similares a ellos, para acercarse más a Dios.
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